‘La Librería’ del Cabildo grancanario cumple 25 años de existencia. Lejos de articularse en su día como un mero local en el que se vendían libros, el espacio impulsado, siendo consejero de Cultura, Gonzalo Angulo, y presidente del Cabildo un escritor e intelectual del que se cumplen cien años de su nacimiento, Pedro Lezcano, confirmó, no solo que el producto editorial concebido en Canarias era rentable, sino que existía un lector ávido por conocer contenidos singulares vinculados al Archipiélago.
La implantación de ‘La Librería’ en el marco de la estrategia cultural del Cabildo no fue fácil. El responsable del departamento de Ediciones en la época, Jesús Bombín, junto al librero Schlueter, se propusieron que la gran cantidad de títulos que el Cabildo editaba anualmente en sus distintas colecciones, no se quedaran olvidados en las estanterías de aquel almacén situado por entonces en los bajos de la Casa de Colón, sino que circularan más allá de la mera distribución oficial y académica cursada a departamentos de Historia de las dos universidades canarias y otras entidades afines, tanto españolas como de ámbito americano, como El Museo Canario o la Sociedad Económica de Amigos del País.
Pero si hoy es posible celebrar los 25 años de ‘La Librería’ es porque el Cabildo grancanario ha venido desarrollando desde el siglo pasado una solvente política editorial institucional que la ha convertido en todo un modelo de referencia en España. Conviene recordar que la actividad editorial de la marca Cabildo se inicia pocos años después de su constitución en 1913. El título ‘Actas en honor a don Fernando León y Castillo. Discursos parlamentarios y artículos’, editado en 1923, es el primer título del que tenemos constancia. Por lo tanto, en 2023, se cumple el primer centenario de su ingente y titánica labor editorial.
Distribución y divulgación del libro canario
Esa robusta política editorial institucional no solo creció en la década de los 80 y 90 al amparo de los Anuarios de Estudios Atlánticos y de los Coloquios de Historia Canario-Americana, iniciativas ambas impulsadas en el seno de la Casa de Colón, sino que se alimentó del nutritivo talento y la curiosidad de una ingente tropa de jóvenes investigadores que empezaron a publicar sus trabajos sobre las relaciones entre Canarias y América y otras referencias de carácter divulgativo e interés general vinculadas con las islas, en la plataforma editorial que les aseguraba el departamento que diligentemente gestionaba Jesús Bombín con su leales colaboradores Esteban Fumero, Isabel Grimaldi y Pablo Cabrera, con un presupuesto que no llegaba a los 45 millones de las antiguas pesetas. Hoy parece meridianamente claro que, si no llega a ser por la musculatura editorial demostrada por el Cabildo en los últimos 40 años, la distribución y divulgación del libro canario, tal como se concibe y funciona hoy en el endeble panorama editorial isleño, posiblemente no hubiera conocido el recorrido del que ha gozado hasta la fecha.
Y si se publicaban en Canarias libros sobre Canarias es porque la ciudadanía demandaba conocer los avatares de la historia de las Islas. Pero, ¿qué lugar sería capaz de concentrar todos los títulos escritos por autores y autoras canarios o bien editados sobre temática canaria con la finalidad de comercializarlos? Pues en ‘La Librería’ del Cabildo que se abrió en 1995 en la zona de Triana.
El librero Pedro Schlueter, que estuvo casi dos décadas al frente de la histórica librería Larra de la calle Constantino, pensó a mediados de los 90 que esta ciudad necesitaba una librería especializada. “En Larra tuve como oferta estrella un apartado de libros canarios, uno de los que más se vendían. Había testado el nuevo interés que despertaba en los lectores el libro canario y, junto a Bombín, empezamos a diseñar el proyecto de ‘La Librería’, cuya puesta en marcha no estuvo exenta de muchas dificultades”, recuerda.
Algunos propietarios de las principales librerías de la ciudad no recibieron con mucho entusiasmo que una institución pública pudiera hacerles la competencia vendiendo libros. También el aparato administrativo de la jefatura de servicio de Cultura mostró sus dudas razonables. ¿Cómo se conjugaría la voluntad cultural de alentar la edición local desde lo público con la gestión comercial de un negocio que, para justificar su rentabilidad y supervivencia, debía someterse y alinearse con la tiránica dinámica mercantil del mercado? Pero lo cierto es que el Cabildo fue el primer sorprendido tanto de la trascendencia social como del rendimiento que en los primeros meses de funcionamiento tuvo ‘La Librería’. Schlueter recuerda que estuvo seis meses sin cobrar su sueldo como responsable del local y sin máquina registradora un buen tiempo para realizar los cobros de los libros, detalles que dan cuenta de la injustificable idiosincrasia de la administración.
Gestión
Como señala el exconsejero de Cultura, Gonzalo Angulo, “el Cabildo posee un solvente historial como promotor y editor institucional de libros en España. Existía en la época de la creación de ‘La Librería’ una demanda universitaria de acuerdo con la época de hambre universitaria que siempre demandó la sociedad grancanaria. Había que crear un canal de expresión y de proyección exterior de la edición canaria”. Angulo, que se considera cliente fiel del local, comprendió entonces que la estructura administrativa insular no estaba preparada para la gestión directa del local, por lo que diseñó una herramienta para su gestión indirecta: el CAAM, que es desde entonces la entidad instrumental de quien depende. Con logo diseñado por Gabriel Aguiar, ‘La Librería’ abría sus puertas en abril de hace 25 años.
La colección divulgativa ‘La Guagua’ de finales de los 70 y otras lanzadas en los 80 nutrieron sus estanterías en las que se alinearon títulos tan emblemáticos de aquellos años como el ‘Natura y Cultura de las Islas Canarias’, de Pedro Hernández, ‘Historia general de las Islas Canarias’, de Viera y Clavijo, ‘Canarias en Galdós’, de Pérez Vidal, ‘Faycán’, de Víctor Doreste, las obras completas de Alonso Quesada (1986), ‘Historia de Canarias’, de Antonio de Bethencourt , ‘Juegos y deportes vernáculos y tradicionales canarios’, de Cardona Sosa, ‘Recuerdos de un noventón’, de Domingo J. Navarro o ‘El romancero de Gran Canaria’, de Maximiano Trapero, por citar algunos.
Guacimara Medina, actual consejera de Cultura del Cabildo, contaba con siete años de edad cuando se lanzaron algunos de los títulos emblemáticos de la marca editorial del Cabildo. De esa herencia habla con respeto. “De la estabilidad en el tiempo de la política editorial cabildicia hablan los casi cinco mil volúmenes publicados hasta la fecha que integran su extenso catálogo. ‘La Librería’ generó un canal de venta para el libro canario. Ahora este nuevo espacio se articula como un lugar vivo que conecta a los autores y autoras de las islas con los lectores, en el que se llevarán a cabo actividades de distinta naturaleza adaptadas a los nuevos formatos y posibilidades que ofrece la cultura hoy”.